Estando en Luang Namtha un día alquilamos una moto y nos fuimos a Muang Sing, un pueblito que está muy cerca de la frontera con china y que nos gustó un montón visitar.
La moto la alquilamos en la calle principal, preguntamos en varios sitios y eran parecidos. Al final, pillamos un modelo chino (baratero) y nos tocó dejar el pasaporte a modo de fianza… con lo poco que nos gusta… pero bueno, no hubo opción. A no ser que quisiésemos dejar 300 dólares de fianza, que ni siquiera teníamos encima. Yo me tomé la molestia de grabar el estado de la moto por si acaso al volver nos decían que alguno de los rasguños que tenía los habíamos hecho nosotros (de esto en Tailandia habíamos leido una y mil historias… pero nos fue bien), en este caso ellos no le hicieron demasiado caso.
La ruta hacia Muang Sing
Las carreteras… nada buenas. Y la moto… no demasiado cómoda (nota mental, tal vez valga la pena alquilar una más cara la próxima vez).
La carretera discurre prácticamente siguiendo el cauce del río. De camino fuimos parando en distintos pueblos, donde los niños se acercaban a mirarnos y saludaban con una sonrisa en la cara, también paramos en algunos puestos tipo mercado de la carretera donde, sorprendentemente, solo vendían piñas y pepinos. Y compramos uno de cada, claro, y estaba todo delicioso. Y curvas, y más curvas… baches, zonas pavimentadas y otras sin pavimentar, pero siempre rodeados un magnífico tapiz con distintos tonos de verde que no nos abandona en todo el camino.
Gente trabajando en el campo, mujeres talando y cargando leña a la espalda, pequeñas casitas al borde de la carretera… ¡hasta algún hombre que nos ofrece opio por el camino! (hace algunos años el opio era la principal fuente de ingresos de la zona).




Paramos a comer en un restaurante con karaoke donde empezamos a descubrir lo que les gusta cantar a los de aquí. Y lo mucho que desafinan :). Antes de llegar a Muang Sin aún subimos a un monasterio donde un monje muy amable nos abrió la puerta y estuvo un rato hablando con nosotros y explicándonos algunas cosas de la vida de Buda. Por ahora, las principales diferencias que hemos visto entre los templos de aquí y los de Tailandia es que aquí los interiores son rojos y tienen, en general, los soportes decorados en tonos dorados o plateados.
Dimos un paseo por los alrededores del templo hasta una estatua de Buda, observamos a un grupo de mujeres dirigirse hacia el pueblo con cestas de bambú a la espalda después de trabajar todo el día en el campo y, tras un pequeño incidente porque perdimos momentáneamente a las llaves de la moto, seguimos al pueblo.
Llegada a Muang Sing
Al llegar nos acercamos a la oficina de turismo, nos dieron una lista de guest houses y fuimos caminando a echarles un vistazo. De todas las que ponía no encontramos ni la mitad, pero fue suficiente, nos quedamos en Daenneua por 60.000 kips (temporada baja) con wifi, baño privado y té gratis. Hay opciones más baratas, pero más cutres (¿será que nos estamos haciendo señoritos?). llama la atención que ni siquiera las Guest Houses tienen carteles en alfabeto latino que podamos entender. En otro momento de la vida lo han debido tener, ya que al menos en fotos los hemos visto. De hecho intentamos entrar a dos sitios a preguntar que no son alojamientos (eso nos dicen con señas, claro).
Por cierto que aquí de nuevo perdimos las llaves de la moto (la poca costumbre de dejarlas en el casco y luego mover el casco…), y nos ves a los dos recorriendo el pueblo mirando el suelo de una punta hacia la otra y vuelta a empezar…hasta que una señora nos vio y avisó a otra que la había encontrado… un show. Ya nos veíamos haciendo guardia a la moto por la noche para que no desapareciera.
Esa tarde la dedicamos a callejear, y ver un poco cómo es la vida rural en Laos… hay algunas guest houses y restaurantes, pero poco movimiento. También hay un museo, pero lo encontramos cerrado. El lugar es tranquilo, calles sin asfaltar, gente tomando el fresco, los niños te saludan por la calle, la gente, en general, te sonríe… bueno, los niños muy muy pequeños a veces se asustan cuando les saludamos (de lejos, ¿eh?) y se ponen a llorar… hace risa.
Una cosa muy curiosa es que vemos un montón de pequeños puestos de una persona con una mesita y una especie de tablet más un listado de números. Primero pensamos que podía ser para recargar el móvil pero después de estudiar un buen rato qué es lo que hace la gente (no conseguimos que nadie nos lo explique) nos dimos cuenta de que eran ¡puestos para jugar a la lotería digital! pues creernos que había más de 15 en este pequeño pueblo.




Compramos la cena el mercado nocturno, pequeño pero con cosas suficientes para probar, otro tipo de verduras variadas y algo de carne, nos lo comemos en una mesita en el patio de la Guest House y nos vamos a dormir un poco pendientes del teléfono porque nuestros amigos, Pili y Rubén, están a punto de ser papás.
Cuando nos levantamos, a es de las 6:15 de la mañana Irune ya ha nacido ¡estamos súper contentos! Aunque nos tendremos que conformar con verla en fotos al menos durante unos meses…
El mercado de Muang Sing
Hemos madrugado para ir al mercado, y la verdad, no nos defrauda. A veces, tantos meses viajando hacen que, por ejemplo, hayamos visto decenas de mercados, y pensemos que ya no vamos a descubrir nada nuevo en un mercado más. Pero siempre puedes encontrar algo que te llame la atención. Y este lo consigue, todo él, diría yo. Hay un montón de gente de las aldeas de alrededor vendiendo sus productos, verduras, frutas, pescados, carnes… es un mercado muy completo y colorido. Y es que Muang Sing está rodeado de pequeños pueblitos de etnias muy distintas. Y este mercado te permite acercarte a ellas. Hay gente de la etnia Akha, también Hmong, Kmhu o Tail Lue, entre otros.
En el mercado también hay sitio para cosas surrealistas (a nuestros ojos occidentales) como pequeñas ranas vivas, una cabeza de vaca sangrienta, peces que saltan fuera de los barreños, algo que parecen escurridizas anguilas, una especie de panales de abejas pero que en realidad contienen gusanos... vamos, de todo.
Puedes encontrar incluso un par de puestos de artesanía para turistas, supongo que en temporada alta vendrán más extranjeros por aquí, pero ahora… estamos solos en el mercado. Nosotros, que no somos muy de comprar, compramos una tela bordada para casa (¿qué casa? 🙂 ), un par de pulseras, y una pequeña botella de Lao lao, un licor mega fuerte local que se parece remotamente al aguardiente. Te lo venden en botellas de agua rellenas, la pequeña por menos de 1 euro. Además, desayunamos unos noodles, como hacen los de aquí y nos fuimos a dar una vuelta por los alrededores, para acercarnos a algún pueblo algo más perdido.



En medio de una carretera de tierra bastante apartada y llena de baches se nos sale la cadena de la moto… ¡mierda! ¿Qué hacemos ahora? ?cómo vamos a buscar ayuda? Miramos un poco y es imposible arreglarla sin una llave inglesa, pues está dentro de una “funda”… Hay un señor trabajando el campo al lado de la carretera y nos acercamos a pedirle ayuda… no entiende nada, claro, ni nosotros a él, pero se acerca a la moto, le enseñamos el problema y nos dice ¡ok! Y se va a otra moto que hay allí al lado y saca… ¡Una llave como la que necesitamos! Alucinados, arreglamos la moto en 5 minutos y súper agradecidos nos fuimos. ¡Pero qué buena suerte!

Antes de volver a Luang Namtha nos acercamos a la frontera con China, que está sólo a 12km. Esta bastante controlada, y no nos dejan hacer fotos ni nada (una cae). China… tal vez esto es lo más cerca que hemos estado de Cochet. ¿Seguirá por allí?
De vuelta entramos en un par de pueblecitos Akha súper auténticos, en uno de ellos las mujeres van vestidas con los tocados típicos y llevan la parte superior del torso descubierto. Lógicamente no hacemos fotos, por respeto, pero nos gustó pasear por allí. Son casas super austeras de madera y bambú, sobreelevadas con pilotes por seguridad (menos accesibles para los peligros de la jungla). Nadie viene a decirnos nada, tan solo saludan desde casa y listo
Es cierto que en otro de los pueblos a los que nos acercamos nada más llegar se acercaron niños y mayores a pedirnos dinero… tan sólo sabían repetir “money, money” en ingles. Sus condiciones de vida eran más que precarias. Supongo que dependerá de los turistas que pasen por allí, algunos pueblos tienen acceso más fácil que otros para el turista y se familiarizan con las visitas que les dan cosas… es algo que nos hace reflexionar. En cualquier caso, en cualquiera de los pueblos de la zona, se vive en unas condiciones bastante pobres.


Tras el día más que completo en Muang Sing, regresamos a Luang Namtha. De camino paramos a por más piña (son baratas y ricas ricas), pensábamos parar en una cascada, pero no lo tenemos muy claro, que se hace tarde, y encima hay que pagar, así es que lo dejamos para otro día.
Cansados ya de la moto (y con el culo destrozado, todo sea dicho), la devolvemos (ni la miran, la verdad), recuperamos el pasaporte, y a descansar. Unos bocatas de cena y a recoger, ¡que mañana nos vamos!
Desde Luang Namtha hay 62 km por carretera algo irregular y con bastantes curvas, pero se hace en moto sin problema.
Alquiler de la moto semiautomática 40.000 kips al día en la calle principal de Luang Namtha
Hay minivans a diario que van de Luang Namtha a Muang Sing. Tardan 2,00h
Alojamiento en Muang Sing
Hay un listado de guest houses y precios en la oficina de turismo.
Tai Lue es el más económico. 40.000 kips (eso nos dijeron)
Daenneua por 60.000 kips (temporada baja) con wifi, baño privado y té gratis.Otros datos de interés
En la oficina de turismo te facilitan plano con los alrededores de la zona para recorrer en moto y organizan trekkings.
El mercado de por la mañana vale mucho la pena. Conviene ir a primera hora (nosotros fuimos sobre las 6:30).
El old market es donde se ubica el “night market“, lo más económico. A partir de las 6 de la tarde (o tal vez antes) ya puedes comprar la cena.
Me ha encantado esta entrada y me lo he pasado muy bien leyendo!
Como sois gente buena os encontráis con personas como vosotros; BUENAS. Yo creo en eso del “carma” y que cada uno tiene lo que se merece y esas cosas.
No dejéis de seguir compartiendo vuestra experiencia. Hay mucha gente disfrutando con ella. Yo la primera, claro.
Besos para para un tren.
Es increíble las experiencias que se adquieren viajando, si volvéis no vais a ser los mismos, trasmitis unas personas, en general, en estos países, amables, respetuosas, centradas en lo suyo y a la vez atendiendo a quien los reclama, de una forma que me da una gran envidia no poder estar ahí y conocer esa gente maravillosa.
Los mercados, el paisaje, la moto, el alojamiento, el licor de arroz, el karaoke, ¿jugasteis a la lotería digital ? todo lo contáis de forma que se hace deseable, supongo que tendréis algún percance menos risueño, que no contáis, pero hacéis bien que así disfrutamos sin penas.
En fin una delicia de lectura, un rato muy agradable, imaginandoos por esos caminos en moto y estableciendo esas pequeñas relaciones con esas gentes que viven su vida.
Todos los besos y abrazos y como siempre no os olvidéisque aquí hay gente os quiere muuuuuucho !!!!!!!!!!!
La verdad es qeu la gente de Laos, en general, es muy maja.
Lo de la lotería no acabamos de pillar como se jugaba, así es que quedó para la próxima.
¡¡Mil gracias por estar siempre al otro lado!!
¡Os queremos!
Como siempre, me ha encantado leeros y formar parte de vuestra aventura a través de la lectura de estas líneas.
Me he emocionado al leer que Irune estaba a punto de nacer, mientras lo leía la tenía en mis brazos tomando el biberón…ahora tiene 1 mes y 3 semanas…toca hacer otro skype pronto, ha cambiado mucho desde el último.
A mí me pasa lo que a Reme, creo en el karma y que si haces cosas buenas, recibes cosas buenas de la vida, por eso a vosotros os suelen pasar cosas buenas 😊. Eso, y que teneis suerte, jeje.
Un abrazo enorme desde aquí,ahora multiplicado por 3…o por 4, que Punset también es parte de la familia, ya sabeis!! Un besazo!!!