El autobús destino Colón se detuvo, literalmente, en medio de la nada. Ni siquiera una marquesina, un apeadero o algo similar. Se ladeó antes de la salida de la autopista y ahí nos dejó. “Solo” tuvimos que cruzar a pié la autopista para llegar a la estación de servicio más próxima y pedir un taxi, pues llovía a mares y no había otra forma de llegar a la terminal de Colón. El servicio de taxis allí está muy bien, pues te informan (si preguntas) del precio por adelantado, y así no hay sorpresas. El taxista nos dejó en la terminal, no sin antes preguntarnos sorprendido que qué hacíamos por allá, que si habíamos ido para ver a Chayanne en concierto esa noche (no había mucho turismo internacional, sí nacional, pues es zona de cabañas etc.) yo me acordé de nuestra adolescencia y de los bailes que nos pegábamos hace años con la música de Chayanne, jajaja… pero no, no estábamos allí por eso. (De hecho el concierto se suspendió por la lluvia).
Una hora más tarde tomamos el bus que nos dejaría en Paysandú, después de atravesar el puente General Artigas y previo paso por los trámites de migración (en este caso no nos pusieron sello de salida, tan solo de entrada en Uruguay… ¡y eso que insistimos! Teníamos dudas de si eso supondría algún problema para salir, pero ya os adelanto que no lo fue.
Al llegar, Inés, nuestra anfitriona, nos había dicho que teníamos que bajar en un cruce de dos calles, sin llegar a la terminal. Cuando fuimos a bajar, allí estaba ella, esperándonos bajo la lluvia con un par de paraguas para que nos refugiemos y acompañarnos a su casa. ¿No es increíble tanta amabilidad de gente que ni te conoce? Inés fue otra de esas experiencias que están haciendo que este viaje sea extremadamente especial. Cuando llegamos a su casa su mamá nos esperaba con la comida preparada, compartimos mesa muy agradecidos, y quedamos con ella a la salida de su trabajo. Paró de llover y aprovechamos para hacer algo de turismo por la ciudad, Plaza de la Constitución, Catedral por fuera… la verdad es que no tiene grandes cosas que ver, pero despertaba en nosotros la curiosidad de ser la primera ciudad Uruguay que visitábamos y desde luego nada enfocada al turismo. Y decimos esto porque coincidió que fuimos la semana de Carnaval y, aunque en la oficina de turismo nos informaron de una cosa, la realidad era otra, y estaban todos los monumentos, museos etc., cerrados por feriado, así es que nos quedamos con las ganas, entre otras, de ver el cementerio (le llaman Monumento a perpetuidad) que tenía buena pinta.
Esa tarde llegaron dos chicos de Chile, que iban con tienda de Campaña pero encontraron el Camping cerrado, así es que pidieron ayuda a Inés y montaron la tienda de campaña en su jardín. Esa tarde nos prepararon tortas fritas para merendar, que se preparan cuando llueve, y pasamos las ultimas horas de la tarde tomando mate y tortas y conversando con la familia de Inés, que había vivido en Murcia y vinieron a conocernos. ¡Fue muy entretenido!
El sofocante calor y el hecho de que estuviera todo cerrado hicieron que el día siguiente no fuese muy productivo en cuanto a visitar cosas nuevas. Compramos los billetes del bus, algo de carne para preparar milanesas para todos (que nos cocinó la mamá de Inés) y ya al caer la tarde salimos a pasear por la Costanera, donde nos acercó en coche el hermano de Inés, donde disfrutamos de una puesta de sol preciosa. Javi aprovechó para salir a correr un rato, y nos juntamos en el anfiteatro, al borde del río. Allí se quedó, al cambiarse de ropa, su cinta del pulsómetro, que intentó recuperar la mañana siguiente sin éxito.
Tras el paseo nos fuimos a ver el Carnaval de barrio (de cuya ubicación de nuevo nos informaron erróneamente). En una plaza que venía a ser un solar con césped y un escenario, se juntó un montón de gente, con puestos de comida (tortas fritas, panchos –que son perritos calientes- choripanes, hamburguesas, etc) y allá que nos sentamos. Primero hubo varios grupos de percusión, tipo Candombé, con las reinas del carnaval bailando. Y luego comenzaron las murgas, que son uno de los símbolos culturales del país y nos resultaron muy parecidas a las de Cádiz (salvando las distancias). Estuvo bien chulo, y pasamos un rato muy entretenido con Inés, José y Diego (los chilenos). A la 1:00 nos retiramos, que al día siguiente bien temprano salíamos rumbo a Fray Bentos.
Desayunamos con miel de las colmenas de la mamá de Inés, que no os habíamos dicho que es apicultora, y nos despedimos de todos. Ella nos acompañó a tomar el autobús. La verdad es que hemos sido muy afortunados de poder compartir con ella nuestros primeros días en el “paisito”. ¡Esperamos reencontrarnos por España!
Nuestro objetivo principal en la siguiente parada, Fray Bentos, era ver el Frigorífico Anglo, una antigua fábrica de carne que forma parte del paisaje Industrial de Fray Bentos que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2015. Dejamos las mochilas en la terminal, en la oficina de la empresa de autobuses que luego nos llevaría a Montevideo, muy amables, las guardaron sin costo, y caminamos bajo un sol de justicia a la zona Industrial. Se trata de viviendas, un muelle de carga, corrales, mangas de manejos, matadero, y fábrica de “corned beef” de gran relevancia durante la primera guerra mundial, por ser el alimento de los soldados.
Me acordé un montón de Diana, amiga doctora arquitecta experta en Patrimonio Industrial que habría disfrutado enormemente de esta experiencia. La verdad es que no lo tienen muy bien organizado, se supone que hay visita guiada a las 10:00 am por todo el área, nosotros llegamos a las 10:45 (cosas de logística con los buses) y solo pudimos ver el museo de la revolución industrial y la sala de máquinas, que fueron muy interesantes. Luego nos enteramos de que ese día no había habido visita guiada y aunque intentamos que los guías nos enseñaran alguno de los edificios que estaban cerrados, como el faenador (matadero) y el resto de cosas que se ven en la visita guiada, no estaban muy por la labor. Al menos conocimos toda la historia de la fábrica, tratamos de comprender como funcionaba la maquinaria, vimos unos videos con testimonios de trabajadores, y pudimos recorrer la zona exterior por libre. Fue muy muy interesante, pero la verdad es que está extremadamente descuidada. Vidrios rotos, montañas de basura y escombros… Esperemos que con esto del reconocimiento por la Unesco las cosas mejoren por allá.
Regresamos a la terminal en autobús, pues estábamos muertos de calor. Dimos un paseo y compramos algo de comer y se hizo la hora del bus que nos llevaría a Montevideo. Cabe destacar el servicio de los buses de Uruguay que, al menos los que nos tocaron a nosotros, todos tenían WIFI.
Llegamos a Montevideo a eso de las 20h, a la moderna terminal Tres Cruces, y tomamos el bus CA1 que te lleva directo a Ciudad Vieja por 19 pesos (es curioso, todos los demás buses valen 26)
Habíamos reservado en el hotel Hispano por una noche… era de lo más barato que habíamos encontrado y estaba céntrico. Era bastante básico pero podía valer. Así es que finalmente nos quedamos dos noches. Esa noche dimos un vuelta por el centro y a cenar a un sitio que nos recomendó una española que trabaja en un hostel, donde probamos nuestro primer chivito. El chivito es uno de los platos típicos de Uruguay que consiste en ternera, huevo, bacon, queso y papas fritas, todo muy “ligero” pero que está buenísimo, y que se puede tomar al plato o al pan. Bien cenados nos vamos pronto a dormir que ya toca después del viaje. El día siguiente lo dedicamos a visitar la ciudad vieja de Montevideo desde la Plaza de la Independencia, donde está el Palacio Salvo y el Mausoleo de Artigas, atravesamos la puerta de la Ciudadela y recorrimos su calle principal, Peatonal Sarandi, con un montón de puestecitos de artesanía, y las adyacentes. Visitamos la Catedral, el Centro Cultural de España que, como en otras ciudades que hemos visto, es un edificio súperchulo con un montón de actividades gratuitas, mediateca, exposiciones, etc. ¡Un sitio ideal para trabajar! Vemos varias placitas, un sinfín de museos y llegamos al puerto por otra peatonal, Pérez Castellano, donde preguntamos en una posada que nos gusta y decidimos que nos cambiaremos mañana de alojamiento. Por Ciudad vieja hay un montón de casas preciosas medio dejadas y otras en venta, pero nos parece que, en conjunto está bastante bien.
Paseando llegamos al Mercado del Puerto, un lugar digno de ver con un montón de restaurantes con parrilla que te preparan la carne a elección al momento. Nos parece un poco turistada, pues los precios son más altos (aparentemente) que en otras partes de la ciudad, pero lo consultamos con algunos conocidos que viven en la ciudad y nos dicen que ellos, en ocasiones, también pasan por allí a comer… iremos antes de dejar Montevideo!
Comemos cerca de la Rambla unas milanesas al pan (como filetes empanados) y seguimos el paseo por la tarde callejeando por el centro y ciudad vieja
Por la noche quedamos a cenar en la 62, un restaurante bastante chulo de la zona de Pocitos (una de las playas del Río de la Plata más conocidas de la ciudad). Cenamos de maravilla gracias a Ricardo (un conocido de trabajo de Javi) y su pareja. En nuestra mente, además de la buena compañía queda esa estupenda bondiola, el fantástico pescado el día, un postre de mango y maracuyá bastante bueno y un mousse de Dulce de leche al ron tan descomunal que fue imposible de terminar.
Regresamos paseando al hotel (más de una hora, a ver si rebajábamos la cena) y a descansar.
Al día siguiente nos movimos a Ciudad Vieja, al hostel Posada del Sur, que es muy chulo y súper tranquilo aunque la zona por la noche es algo compleja. Estuvimos currando un rato y luego nos fuimos a comer al MAM (Mercado Agrícola de Montevideo) que es un híbrido entre el Mercado Central de Valencia y el Mercado de San Miguel de Madrid. Vimos por fuera el Palacio Legislativo y de vuelta al hostel.
Quedamos con Arantxa y su pareja, una amiga de estudios en el Poli de Javi, que están aquí unos meses y ya se vuelven para España, y después de charrar un rato de la vida, etc. Javi queda con un veterinario de la zona para hablar de cerditos en el shopping Carretas, que es un antigua cárcel reconvertida donde estuvo encerrado muchos años Mujica, y de donde se escapó más de una vez a través de un túnel. Por la noche nos hacemos una cenita en la terraza dl hotel a base de salchicha, provolone y huevos y a la cama!
El día siguiente lo dedicamos a trabajar un poco, Vane en el ordenador y Javi se fue a visitar unas granjas uruguayas hacia el interior de país
Por la tarde Vane visitó el museo Torres García, que tenía bastantes obras interesantes de este artista uruguayo cuya obra se emplea como diseño de los souvenirs más variados de Montevideo. La Calle en la que se encuentra, Sarandi, que durante toda la semana es un hervidero de gente el sábado por la tarde está totalmente vacía. Todos los negocios cerrados, nadie paseando.. resulta curioso!.
Esa noche cenamos de nuevo en el hostel una carne (colita de cuadril) que compramos en un súper cercano, muy buena y bien de precio.
Nuestro ultimo día en Montevideo fue Domingo. Alquilamos unas bicis en Ciudad Vieja (Orange Bikes) y nos fuimos a recorrer la Costanera, que es todo el frente fluvial donde han hecho un paseo bastante agradable (aunque yo le pondría un poco más de sombra) es ancho y está lleno de gente paseando, corriendo, montando en bici, o sentados tomando mate al sol. Pasamos por varias playas, la escuela de buceo, un sitio donde se vende pescado que además tiene un restaurante que sirve pescado y está animadísimo… de los pocos que hemos visto, a pesar del río, aquí triunfa la carne.. y es que nos hemos enterado que hay el cuádruple de vacas que d personas en el país! Vamos, que vienen a tocar a cuatro vacas por cabeza! Jejeje. Seguimos la ruta por el estadio Centenario, donde se disputó la final de la primera Copa del Mundo en el año 1930 (solo por fuera) y terminamos la mañana en el mercado de Tristán Navaja, que son un montón de calles llenas de puestecillos tipo el rastro de Madrid, salvando las distancias. Hay puestos de todo tipo… de antigüedades, de fruta, de ropa, de souvenirs… y está muy animado. La verdad es que lo recorrimos un poco rápido, porque teníamos que devolver las bicis, creemos que vale la pena dedicarle un poco más de tiempo.
Devolvemos as bicis y a comer al mercado del Puerto… ¡Que no nos lo cuenten! Como es feriado (festivo) no están todas las parrillas abiertas, pero es más que suficiente. Elegimos una, dejandonos guiar por la pinta que tienen las brasas y lo que están cocinando y nos sentamos en una barra (como hacen los de aquí porque el precio por “cubierto” es más barato). Nos ponemos tibios a Picaña (bruuuuutal) y a Asado de tira (mmm) acompasados por patatas, ensaladilla rusa (es muy habitual como acompañamiento por aquí) y cerveza. Probamos el Medio y Medio, que es una bebida tradicional de vino blanco y espumoso, que nos resulta dulzona, pero que parece que entra como si nada.. Nos acordamos de más de uno que daría buena cuenta de la botella en un santiamén.
Después de comer entramos l Mausoleo del General Artigas, en la plaza de la Republica, descansamos un poco, hicimos algunas compras y nos fuimos a Tres Cruces a pillar el bus rumbo a la costa este. Esa terminal nunca duerme y es bastante segura. Salen muchos buses de madrugada así es que siempre hay gente por allí. a la 1:00 salía nuestro bus. Próximo destino… ¡Punta del Diablo!
¡Hasta el próximo post!
Reme says
No sabéis lo feliz que me hace leer vuestras aventuras. Os siento más cerca. No dejéis de hacerlo! Besos, abrazos, achuchones….. Ya estoy esperando la próxima.
BuscandoaCochet says
¡Muchas graaaaaacias!
Esa es la idea, ¿no? sentirnos más cerquita. (Aunque en breve estaremos bien cerquita!)
Besos!!!
Bego says
¡¡Quiero ir a todos los sitios!! Ahora, a mi tanta vaca, como que no 😜😜 ¡ Esperando al próximo post! Besoooooos
BuscandoaCochet says
Jajajaja. ¡Las vacas para otros! La verdad es que no estamos encontrando verdura maravillosa por aquí… (por ahora) así es que… ¡carnaza! Besos
Carmen y Angel says
¡ Nos gusta! Esto es un libro de viajes. Además, descriptivo y bien escrito. Sorprende lo del chivito “ligero” , menos mal que luego os coméis el resto de la vaca y quedáis a la altura.
BuscandoaCochet says
Jajaja ¡Muchas gracias! Otra cosa no lo sé, pero la verdad es que comer… comemos de lujo (a veces demasiado, la verdad) así es que lo de cuidar la línea será para otro viaje.
¡Un beso enorme y gracias por estar al otro lado!
Ana Mari says
Uy faltaba yo de comentar. Hemos tenido mucho trabajo con la Semana Santa y hasta hoy no he podido leer el post. Os veo fenomenal y me encanta que nos hagáis vivir a vuestro lado , esta experiencia. Un besico y hasta el próximo.
BuscandoaCochet says
¡Te echabamos de menos, Ana! jajaja
Lo dicho, gracias por estar ahí. Ya veo que por el pueblo no paráis… Ahora mismo empezaremos a echar de menos lo que se avecina por allí… Besos!
Pili says
He tardado en leeros esta vez y ya tenía mono! Me pasa como a Begoña, quiero ir a todos los sitios que contáis! Sigo localizandoos en el mapa a cada paso que dais…un besazo enorme y hasta el próximo post!
BuscandoaCochet says
¡Gracias por seguirnos tan de cerca! ¡Un beso!
Papá says
Ohhhhhh, acabo de darme cuenta que no había escrito sobre este post, y ahora recuerdo que los leí en el móvil, donde me resulta mas difícil escribir y lo deje para mas tarde, …. ahora:
Un poco desoladora la llegada y de nuevo una increíble “couchsurfer”. creo que tenéis una suerte extrema con vuestros acogedores, aunque las de la tienda de campaña también.
Estoy empezando a pensar que con la descripción del viaje nos estáis “jorobando” un poco, ya que hacéis que deseemos ver cada cosa y eso no nos va a resultar posible a todos, aunque igual animáis a algún/a “atrevido/a”.
En fin que me sigue maravillando la aventura que disfrutas, y aunque sea distinto, “que nos hacéis disfrutar”, que siga todo bien y de nuevo miles de besos para animaros.
BuscandoaCochet says
Sería genial contagiarle a alguien las ganas de viajar y de descubrir mundo que tenemos… ¿No crees?
en cualquier caso esperamos seguir haciendóos disfrutar. Un beso enorme!!