El barco salió con retraso, pues los trámites de migración para salir de Uruguay y entrar en Argentina que se hacen antes de embarcar, iban a uno por hora. El trayecto es rápido y nos sorprendió un montón que la gente iba a la tienda del Duty Free a comprar compulsivamente, ¡como si regalaran las cosas! Fuimos a mirar precios por si acaso pero la verdad, no era nada barato. Es más una cuestión de marcas que parece que en Argentina no son tan accesibles.
En poco más de una hora llegamos a Buenos Aires, un poco “acojonados”, la verdad. Todo el mundo nos había dicho que era una ciudad muy peligrosa, o que estaba “muy brava”, así es que nuestros primeros minutos allí intentando ubicarnos fueron algo tensos.
Allá que estábamos, recién llegados a Buenos Aires y no teníamos ni idea de cómo llegar a casa de Léo, nuestro primer anfitrión. (culpa nuestra, que no lo habíamos anotado). Intentamos pillar un bus, pero nadie nos sabía indicar y para más inri solo se puede subir en bus con la tarjeta SUBE que se compra el algunos kioskos, estaciones de servicio o locales de loterías y quinielas. Preguntamos en varios sitios y en un kiosko nos llegaron a decir que el domingo no se podía comprar (luego vimos que no era cierto). Finalmente tomamos un tren en la estación de Retiro que nos dejó a 5 minutos de nuestro destino.
Nos acomodamos y estuvimos conversando con Léo un buen rato, y fuimos a comprar algo para preparar una cenita. Recurrimos a la típica tortilla de patatas y salmorejo, que es una apuesta segura, y así pasamos la tarde-noche. Cadú, el precioso Golden Retrivier de Léo estaba enfermo y no se podía mover, por lo que él estaba bastante preocupado.
Los días en casa de Léo pasaron rápido, aprovechamos para lavar ropa, trabajar un poco en casa, recorrer su zona, pasear a Cadú, acompañarlo al veterinario… poco a poco fue mejorando y comenzó a caminar bien, pero le diagnosticaron una displasia y cuando nos fuimos todavía tenía que volver al veterinario.
Nos encantó la zona (se llama Cañitas), llena de cafés y restaurantes muy sugerentes, y nos resultó bastante segura. Descubrimos los jardines de Palermo, y el Planetario (por fuera) donde fuimos con Léo y una amiga a la Fiesta de tambores con motivo de la luna llena y regresamos a casa caminando de madrugada, la Abadía, que es un Centro de Estudios latinoamericanos que en realidad se emplea como espacio expositivo y cuenta con un interesante claustro, el Barrio Chino, que no es lo más típico de Buenos Aires pero es curioso, con su puerta de acceso a la calle principal y numerosos supermercados y restaurantes chinos. Una noche cenamos en un restaurante de la zona que se llamaba La Colorada, donde nos pusimos tíbios a carnaza bastante bien de precio…
La verdad, no organizamos mucho nuestras rutas por la ciudad, Javi tenía algunas cosillas de trabajo y yo aproveché también para terminar cosas pendientes, por lo que íbamos alternando curro y turismo y fuimos descubriendo las cosas poco a poco. Después de cuatro días de couchsurfing en casa de Léo, nos movimos tres noches al centro. Nos quedamos en el Americano, muy cerca de la Av Corrientes y del Congreso, es un mismo edificio que tiene hostel y hotel. De nuevo algo bastante básico pero económico. La habitación doble del hostel estaba al lado del compresor del aire acondicionado, que hacía un ruido horrible por la noche, por lo que la ultima noche conseguimos que nos cambiaran al hotel, que había una oferta y salía igual de precio.
Dedicamos varios día a conocer Buenos Aires, paseamos por el centro, el Obelisco, la Plaza del Congreso, donde está el Km 0, el Palacio Barolo (que se supone que es igual que el palacio Salvo que vimos en Montevideo, pero la verdad es que se parecen pero iguales, no son), la Avenida de Mayo, Teatro Colón… los precios de entrar a los edificios nos parecieron carísimos (por ejemplo unos 18€ el Palacio Barolo), así es que vimos todo por fuera. Como el Colón nos apetecía verlo por dentro, nos informamos y vimos que casi por el mismo precio era más barato ir a ver una obra que entrar solo a ver el teatro así que decidimos ir a ver la única función que había estando nosotros allí: un concierto de Tchaikovsky a la que nos invitó mi tía Choni.
La verdad es que estuvo genial, y el edificio nos pareció impresionante. Se considera uno de los mejores teatros del mundo. Se inauguró el 25 de mayo de 1908, y es muy grande: tiene 7 pisos de butacas, y, arquitectónicamente, es bastante ecléctico, con aires neoclásicos y barrocos europeos. Mucha decoración dorada y una cúpula pintada completan la decoración de la sala principal.
¡Desde luego el concierto y la visita valió la pena!
Otro día nos centramos en la Plaza de Mayo, que estaba totalmente acordonada por vallas metálicas policiales (y mucha policía también), el cabildo, la catedral, la casa rosada (Donde están las oficinas del presidente de la república) que se puede visitar gratuitamente por las mañanas entre semana. En la parte hacia el puerto queda el museo del bicentenario, que es gratuito y te explica, si tienes tiempo y te interesa porque es bastante largo, toda la historia, corta pero intensa, de Argentina. Además se puede disfrutar de una obra del muralista mexicano Siqueriros, que decoraba una sala en la casa de un millonario y después de una labor de traslado brutal hoy día es accesible para cualquier persona que se pase por allí. Ver las fotos de cómo arrancaron las paredes para que no se perdieran los frescos es bastante espectacular. También fuimos a la Manzana de las luces, que fue centro cultural de gran relevancia del que se conservan varios edificios originales, la calle Florida, que es una peatonal llena de tiendas y gente ofreciéndote cambio de euros o dólares (hasta hace un par de meses en Argentina existía una doble cotización del dolar, el oficial y el blue, con una cotización más elevada, pero eso ahora ya no existe por lo que los señores que quieren cambiar dinero en la calle no lo tienen tan fácil). Nos acercamos a las Galerías Pacífico, que es un edificio de finales del Siglo XIX inspirado en las galerías europeas de la época que hoy es un centro comercial (o shopping, como le dicen por aquí).
El jueves a las 3 de la tarde fuimos a la Plaza de Mayo. Es la hora a la que todos los jueves se concentran las que quedan de las madres de la Plaza de Mayo. En este caso había una pequeña concentración alrededor de cuatro de ellas como muestra de apoyo y en contra del nuevo gobierno que, aparentemente, las quería sacar de la plaza. Para mí fue un momento muy intenso. Ver y escuchar a las señoras que llevaban casi 40 años acudiendo semanalmente a esa cita para pedir justicia por sus hijos desaparecidos hizo que se me saltaran las lágrimas… yo no soy madre pero aún así me hago una idea (obviamente remota) de lo que puede ser una situación así, y no puede evitar la emoción… fue algo corto, pero suficiente.
La zona del hostel nos sorprendió un montón, pues estaba animadísima por la noche. En la Calle Corrientes hay un montón de teatros y pequeños locales donde hacen monólogos, una oferta cultural interminable, además hay muchos sitios para cenar algo que cierran tarde. Cenamos un día en Guerrín, una pizzería de la zona con mucha tradición, que estaba a tope, y la verdad es que unas pizzas espectaculares! Otro día fuimos a ver cantar tango a un local tradicional que nos recomendó un compañero de Javi. Era un local con un aire bastante decadente que estaba lleno de señoras y señores mayores que iban todos los sábados. Cenamos allí (comida muy normalita, cerveza bien de precio) y nos quedamos a ver el espectáculo.
Éramos los únicos de fuera junto con una familia mexicana. Estuvo bien, salieron varios cantantes y cada uno cantaba tres o cuatro tangos junto con dos músicos que uno tocaba una guitarra de 7 cuerdas y el otro una normal y, la verdad, tocaban bastante bien.
Luego hubo un cómico bastante malo y después de dos horas y media de tangos ya teníamos bastante y nos fuimos a dormir, pero ahí nos los dejamos canta que te canta.
El sábado lo destinamos al barrio de la Boca, donde llegamos en bus. En todas partes nos dijeron que es uno de los barrios más peligroso de Buenos Aires, pero también es de los más turísticos, hay calles concurridísimas, como Caminito, donde llegan los autobuses de guiris y les dejan y recogen ahí mismo, y en cuanto te sales del circuito, zonas poco recomendables para el turista.
Miramos alguna recomendación en internet y entramos al barrio por Almirante Brown y seguimos por Aristóbulo del Valle, llegamos al Estadio del Boca Juniors, cuyos colores lo impregnan todo. Hay un museo, una tienda oficial y puedes entrar al estadio en un tour (Nos llamó la atención que en la puerta hay un cartel que indica que está prohibido acceder con camisetas de otro equipo de futbol que no sea Boca). Por los alrededores hay tiendas con productos no oficiales, souvenirs, etc. Paseando por Del Valle Iberlucea se llega a Caminito, una de las imágenes más típicas de Buenos Aires, con un montón de puestos de venta de artesanía y souvenirs. En cada esquina puedes encontrar desde un Maradona de dudoso parecido al real a varios bailarines de Tango con sombreros y pañuelos dispuestos a vestirte para la foto a cambio de algunos pesos. Hay multitud de restaurantes, puestos de artesanía, pinturas… y los famosos conventillos, que son el tipo de vivienda urbana colectiva que caracteriza el barrio desde su fundación, por inmigrantes genoveses, en el Siglo XIX. Sus típicas viviendas de chapa y madera pintadas con vistosos colores que dan un aire inconfundible a la zona. Se dice que tanto colorido se debe a que sus primeros pobladores, que trabajaban en el puerto, eran bastante humildes, y tenían que aprovechar los sobrantes de pintura utilizados en el calafeteado de los barcos.
Tras visitar la zona más turística nos acercamos al paseo marítimo y al Puente Nicolás de Avellaneda y se nos acerca un señor a recomendarnos que no crucemos hacia el lado opuesto de la Avenida Almirante Brown porque está muy feo por allí. En realidad no teníamos intención de cruzar, pero igualmente se agradece la recomendación.
Volvimos por la Avenida, nos acercamos al Museo de Cine y a la Usina de las artes (cerrada). Pasamos por el Rte El Obrero, recomendado en varios sitios, pero está a tope y tampoco es muy barato, así es que retornamos a la Avenida y nos tomamos unas fugazzas y fugazzetas (son una especie de pizzas con cebolla y queso que hinchan que no veas) en Bancchero, una de las más típicas de la zona. Está bueno, pero nada que destacar.
Desde Boca nos acercamos a Puerto Madero, una de las zonas más “chic” de la ciudad, que es un barrio de nueva construcción en la zona del puerto que reutiliza los docks como restaurantes, locales de copas, etc. Cuenta además con un puente de Calatrava que, según hemos leído, se llama Puente de la mujer, y simboliza dos personas bailando tango… en fin, qué queréis que os diga. Si eso mejor no digo ná y te lo digo tó.
Queríamos visitar la Reserva Natural de la Costanera Sur, pero justo cuanto llegamos (18:40) están empezando a cerrar y nos quedamos sin verla. ¡Esta es una de las cosas que hemos dejado pendiente para otra ocasión!
El domingo fuimos a visitar el Barrio de San Telmo. Ya lo habíamos recorrido entre semana, más tranquilo, y nos pudimos hacer fotos en el banco donde está Mafalda (este era su barrio) y callejear medio solos. El domingo la Calle Defensa se llena de puestos de artesanía con algunas cosas muy baratas, gente que vende comida, ropa, bolsos, bisutería, etc. La Plaza Dorrego cuenta con un mercadillo de antigüedades con algunas cosas muy chulas, como sifones que tienen más de 80 años. También hay por la calle bailarines de tango, grupos cantando y tocando música, marionetas… vamos, no tienes tiempo de aburrirte. Todo muy enfocado al turista, eso sí. Ya que estábamos por allí vistamos el museo de Arte Moderno, con algunas obras que nos gustaron bastante, y entramos en una especie de instalación muy curiosa, que recreaba una de los años 60 (La Menesunda) de esas cosas de frikis “artistas” que no a todo el mundo lo gusta, pero estuvo bien.
Entre todo lo que acabamos de contar, aún hubo tiempo para que Javi saliera dos días de Buenos Aires a visitar un par de granjas. La primera fue a visitarla con Verónica Rocha, una compañera del sector que trabaja en la universidad y que desde que Javi contacto con ella la primera vez, se volcó en ayudarlo para poder ver algunos “chanchos” argentinos. Para agredecerle su esfuerzo, Javi se trajo un par de libros desde España ya que el acceso a los mismos aquí era complicado según nos contaron. La segunda fue con Guillermo, otro compañero de profesión con el que Javi se fue a la zona de Entre Ríos a visitar otra granja. Las visitas fueron muy muy interesantes, pero los asados que Javi se comió con ellos después de las mismas tampoco estuvieron nada mal… jejeje.
Y así transcurrió nuestra primera semana en Buenos Aires, en la que seguimos buscando a Cochet por todas partes, y aunque parecía en alguna ocasión que podíamos tener suerte, no fue así…. ¡Seguiremos buscando!
Papá says
Otro rato placentero y de leer cosas que “ni te suenan”, ver que os informáis antes de las visitas y que seguís disfrutando esta maravillosa experiencia, una pena que con todo lo que os esforzáis, Cochet siga desaparecido, pero bueno, la parte positiva es que eso justifica la búsqueda y ese viaje tan impresionante que estáis haciendo.
Seguir con un poco más de asiduidad el blog, porque veo que llegas de vuelta y os falta por escribir medio viaje, pero ante todo, seguir disfrutando que eso no se puede repetir muchas veces, aunque tenga que oír medio blog de vuestros labios en una sentada.
Besos infinitos y que siga todo como hasta ahora.
BuscandoaCochet says
¡Ay, pero como nos gusta leer estos comentarios! Estamos intentando ponernos un poco al día. Pero no te preocupes que lo que nos quede pendiente, te lo contamos de palabra. Millones de besos y gracias por estar ahí!
Pili says
Que ilusión me ha hecho verte con Mafalda, me encanta esa pequeña resabiada!!! Un besazo enorme amigos!!!
BuscandoaCochet says
¡Mafalda mola mucho! Bueno, en general Buenos Aires mola mucho, jeje. ¡Un beso gordo gordo de vuelta!