Ushuaia… la ciudad más austral del mundo… tiene un “nosequé” que atrae a los viajeros. Es llegar al “fin del mundo”, saber que estás en el Canal del Beagle, tan cerca (y a la vez tan lejos) del continente blanco… la Antártida. A los dos nos atraía (y nos atrae) muchísimo la idea de visitar la Antártida, pero por esta vez tuvo que esperar. Los pasajes “last minute” que se pueden conseguir en el mismo Ushuaia a precio de “ganga” no bajaban de 5000 dólares por persona. Obviamente se nos salía de presupuesto, por lo que el deseado crucero al auténtico fin del mundo, tendrá que ser más adelante.
A Ushuaia llegamos en un bus, bueno… mejor dicho, en tres buses diferentes, desde Puerto Madryn. Sumándolos todos estuvimos 29 horas sentados en ellos. La calidad de los mismos disminuía según nos acercábamos a nuestro destino. De Puerto Madryn llegamos a Río Gallegos en un bus muy digno donde nos dieron de cenar y desayunar y después de muchos kilómetros de pura estepa patagónica. En Río Gallegos cambiamos de bus (tras una hora de espera) y en este recorrimos el tramo que atraviesa la frontera de Chile para luego volver a entrar en Argentina (suena algo absurdo pero no hay forma de llegar a Ushuaia sin entrar en Chile, bueno solo por avión). Cruzamos en ferry el estrecho de Magallanes (que emoción) y desde este vimos varios delfines. Aún nos quedaba un cambio inesperado en Río Grande, del que nadie nos había avisado, pero con todo llegamos a Ushuaia a la hora prevista, las 19:30 de la tarde, y nos fuimos a hacer tiempo hasta que nuestros anfitriones salieran de trabajar, a eso de las 12 de la noche. Cenamos en El Turco, unos sorrentinos de salmón bastante buenos, y paseamos hasta media noche. Nos encontramos con una manifestación y al preguntar nos dijeron que llevaban varios días de protestas y huelga por las políticas del gobierno municipal.
Fuimos caminando a lo que sería nuestro nuevo hogar por unos días, que está a unos 30 minutos del centro, y llegamos como a las 12:40. Caro y Óscar (y su perrita Canela) nos recibieron con unos mates, y nos sentamos a conversar con ellos durante un largo rato. Los dos se dedican a la restauración, ella es chef y trabaja en el hotel Arakur, un hotelazo en lo alto de un cerro con unas vistas sobre el Canal de Beagle increíbles. Oscar es jefe de sala en Küar, un restaurante de mucho nivel situado en las afueras que también tiene unas vistas espectaculares y una carta aún más espectacular, si cabe.
El primer contacto fue genial, nos parecieron buena gente, muy trabajadores y resueltos, no superan los 25 años y ya llevan varios años por aquí resolviéndose la vida. Hablamos de viajes, de comidas, de couchsurfing, de rutas por el monte… Cuando llevábamos un rato allí Óscar nos pregunta si nos apetece algo fresco y sin darnos cuenta nos bebemos una botella de Champagne buenísimo que le había regalado un cliente… No sabemos ni qué decir… Solo ¡Gracias! Casi a las 4 de la mañana nos retiramos a dormir, que después del viaje en bus de ayer estamos agotados.
Hemos hecho muchas cosas durante nuestros días por Ushuaia, y también nos hemos dejado muchas por hacer. Los precios patagónicos no son muy compatibles con nuestro presupuesto (entrada a un museo 12€, plato en un bar-restaurante medio 12€) así es que hay que recortar. Además la huelga de trabajadores públicos, entre otros sectores, que ya vimos el primer día, tenía cortada la entrada y salida de Ushuaia con un campamento, y también había otro campamento de protesta en una de las calles principales. Esto también ha limitado nuestras actividades pues había bastantes cosas cerradas (desde el museo municipal hasta la oficina de turismo pasando por unas piscinas públicas que tenían pero que muy buena pinta). Aún así, el tiempo en Ushuaia pasó volando y tuvimos tiempo de hacer otras muchas cosas.
El primer día salimos a callejear por Ushuaia. El barrio donde viven Caro y Óscar era bastante singular. Hay casas de cualquier forma y tamaño y muchas parecen por fuera chabolas, sin embargo por dentro están bastante cuidadas. Nos decía Caro que aquí vivía mucha gente de fuera que había venido a Ushuaia a trabajar, por lo que el aspecto exterior de las casas les importaba poco. Casi todas tienen un asador en la puerta y hay perros callejeros por todas partes.
Caminando hacia el centro pasamos por la antigua Cárcel del Fin del Mundo, donde se puede visitar el Museo Marítimo, el Museo del Presidio, el Museo Antártico, el Museo de Arte Marino, una Galería de Arte y la historia del desarrollo de la ciudad de Ushuaia (la historia de Ushuaia está vinculada, en cierto modo, al mundo carcelario) En el mismo recinto militar donde a un lado está la cárcel, algo más adelante está el colegio de arquitectos de Ushuaia. Fotico, ¡Como no!
Nos acercamos al puerto, a ver las distintas ofertas para dar una vuelta en barquito por el Beagle… Hay un montón de casetitas de madera al lado del puerto que ofrecen varios tipos de rutas ¡Dios mío! La más barata vale 700 pesos, que son unos 55€ por persona… Completamente fuera de presupuesto. Nos alejamos del puerto algo decepcionados y seguimos paseando por Ushuaia… A Javi no le hacía especial ilusión lo del barquito, pero yo tenía muchas ganas de ver el faro dels Eclairs (el mal llamado faro del fin del mundo)… (Una chorrada, pero bueno, a cada uno nos hacen ilusión algunas cosas). Fuimos a la oficina de turismo pero estaba cerrada por los paros. Al menos habían dejado fuera algunos planos y folletos informativos de la ciudad así que pudimos rescatar bastante información.
Recorrimos las calles del centro, llenas de tiendas, restaurante y cafés, ¡Aquí hay billetes! Nos compramos pan y embutido en un supermercado y comimos unos bocatas en la Plaza de las Malvinas, que hay un parquecillo (todo Argentina está lleno de carteles de “Malvinas Argentinas” vayas donde vayas, y aquí no iban a ser menos. Hacía un día buenísimo al sol.
Paseamos por una plaza muy animada, llena de niños jugando, subimos a un mirador (desde el que tampoco se veía nada especial) y fuimos a cotillear por curiosidad los viajes de última hora a la Antártida. ¡Fracasó absoluto! Como decíamos al comienzo nada por debajo de 5000€ por persona… ¡Y eso que eran ofertas de última hora!
El resto de días, además de disfrutar la ciudad hemos hecho varias caminatas. Un día fuimos con Caro, Óscar y Canela a Playa Larga. Desde allí sale una ruta sencilla pero muy bonita a la Estancia el Túnel. Hasta la salida nos llevó Darío, un conocido de Caro y Óscar que hace de remis (una especie de taxi privado con el que pactas los precios por recorrido, no llevan taxímetro). Caminamos poco más de una hora, casi todo el rato con vistas al Beagle y con un paisaje precioso, además los colores del otoño lo hacían aún más bonito. Vimos un montón de árboles característicos de la zona, que debido al viento están completamente vencidos hacia un lado. Son tan tópicos de aquí que salen en muchas postales o incluso alguna marca, por ejemplo, de vino.
En el camino de regreso Caro nos dijo que solían pararse a buscar tréboles de cuatro hojas… Me agaché y en un segundo encontré uno… Pero ¡que increíble! Pensé ¡Pues no es tan difícil! Pero nos pasamos los cuatro un buen rato buscando y ya no encontramos más. ¡La suerte me sonríe!
Otro día fuimos Javi y yo a pasar el día al Parque Nacional Tierra de Fuego. Ese día amaneció nevando… Los coches tenían una capa de dos dedos de nieve y blancos copos de grandes dimensiones nos acompañaron a la parada de las combis, hacia mucho frío! Hay un transporte “público” que pasa cada hora y media o así y te deja dentro del parque, después de pagar la entrada, nada barata claro. Entre transporte de los dos y entrada al parque fueron como unos 60 euros. Dentro del parque las combis tienen unas 4 paradas y dependiendo de las rutas que te interese hacer te bajas en un sitio u otro. Nuestra idea era hacer el Cerro Guanaco, el punto más alto de la zona accesible del parque (una gran superficie del mismo es reserva animal y no se puede acceder a ella). Hay que registrarse antes de subir, por seguridad, en un bar que hay en la zona de acampada desde donde parte la ruta. No es la más habitual, pues es donde más desnivel hay y la mayor parte de la gente se queda en la ruta de la Costa. Comenzamos la ruta por un lago muy grande de agua dulce, y llega un momento en el que hay una bifurcación. Comenzamos la subida con una marcada pendiente entre un bosque precioso. Se veían copitos de nieve, pero cada vez iba a más. Después de una hora y pico de subida comenzamos a caminar sobre la nieve, se hundían los pies pero bueno… Seguimos hasta un punto en el que debajo de la nieve había turba, vegetación húmeda que nos mojaba el calzado cada vez más. Llegamos a un collado, cada vez hacia más viento y nieve y no sabías dónde pisabas. Nos pareció que lo mejor era dejarlo ahí pues ya teníamos los pies empapados y hacía bastante frío y niebla. Bajamos de nuevo al camping un poco de rally, visitamos un centro de interpretación que hay algo más adelante para culturizarnos un poco y entrar en calor y nos fuimos hacia la Bahía Lapataia trotando. Ahí está el final de la ruta 3, esa carretera que parte del km 0 de Buenos Aires (donde estuvimos hace un par de semanas) y recorre toda la costa este para terminar aquí después de más de 3000km. El paisaje es precioso Lagos, mar, cumbres nevadas, colores otoñales…
Desde ahí una de las combis nos acercó al final de la ruta de la Costa y decidimos volver hacia la entrada del parque recorriendo esta ruta. Íbamos un poco pillados de tiempo así es que la hicimos algo rápido. Se alterna bosques, playas… Es bonita, aunque a mí me gustaron más el resto. Al final nos salieron un montón de km, ¡Acabé agotada!
Aún salimos a caminar dos días más. Uno por los alrededores del hotel de Caro, donde vimos una castoreras muy grandes en medio de un paisaje bien chulo y otro a la laguna escondida, que se va desde el Valle de Andorra (nos acercó Darío en coche) y hay dos opciones, ir al glaciar Vinciguerra y a la laguna de los témpanos o el que hicimos nosotros, que era más corto y sencillo. Fuimos con Caro y Canela y aunque la ruta es muy chula y la laguna también, nos llovió, por lo que tampoco pudimos recrearnos mucho. Como veis hay un montón de opciones de hacer rutas por allí. Es increíble ver glaciares y montañas nevadas prácticamente al borde del mar. Todo el mundo nos había hablado de la laguna Esmeralda, pero para hacer esa excursión hay que salir de Ushuaia y con los paros y la carretera cortada no había forma, lo dejamos para la próxima.
Otra de las cosas que hemos hecho en Ushuiaia es… comer y beber. Hemos probado un montón de vinos argentinos, algunos buenísimos (a ver si me acuerdo de algún nombre y lo pongo aquí) Hemos probado la cerveza artesanal de aquí. Hay dos , la Beagle y la Cape Horn. Las probamos primero en el lobby del hotel donde trabaja Caro, que fuimos un día a visitarla y de paso nos hicieron un recorrido por todo el hotel que nos quedamos impresionados. ¡Vaya sitio! Está bastante nuevo y tiene de todo. Hasta un spa con vistas al canal del Beagle desde los jacuzzi exteriores. ¡Imaginad! Nos dijeron que por 25 dólares se podía ir un par de horas por la mañana al spa. Suena bien pero… Otra ve será. Nos conformamos con tomarnos las cervecitas en el lobby, que eso sí que nos lo podíamos permitir y se estaba de lujo con unas vistas impresionantes.
También las probamos en el restaurante de Oscar, al que fuimos una noche a por un recipiente para poder prepararles un arroz. Nos encantó el sitio. Aunque también nos quedamos con las ganas de probar su cocina… ¡Otro día! Y de comer… Pues un día Óscar hizo unas pizzas de escándalo, nosotros hicimos tortilla de patatas, salmorejo y otro día… ¡Arroz al horno! Salió bastante bueno, la verdad, y nos pusimos hasta arriba. También hizo Caro un día pasta casera con una pinta estupenda a la que le preparé una salsa carbonara que estaba malísima. Bueno no es que estuviera mala, es que la única panceta que había era salada y al cocinarla quedó saladisima.
Ah! Y probamos la merluza negra, que es, junto con la centolla, una de las comidas más típicas de aquí. La compramos en la única pescadería de Ushuaia, donde el 95% de las cosas las venden congeladas y eso que estamos al borde del mar… no lo entendemos muy bien. Caro nos dijo como cocinarla, al horno, con sal y pimienta y alucinamos de lo buena que estaba. Es muy grasa, por la temperatura del agua aquí, pero eso hace que quede jugosísima. La recomendamos totalmente. Pasamos buenos ratos cocinando y comiendo todos juntos. También hubo tiempo para alguna copa (que mojitos más buenos prepara Óscar) y para muchas risas y horas de conversación. Les bajamos la peli de Ocho apellidos vascos, que les apetecía verla, porque uno de los mejores amigos que tenían allá (que ahora trabaja en Torres del Paine) era vasco. La verdad es que de nuevo nos hemos encontrado con gente genial que nos ha hecho que los días es Ushuaia hayan sido increíbles,
El ultimo día decidimos que queríamos vivir la experiencia de bañarnos en el Canal del Beagle. Un sitio tan especial… Lo más austral que habíamos estado nunca… ¿Cómo estaría el agua? Pues allá que fuimos a comprobarlo. Y si, estaba muy fría. Yo no sé si a cuatro grados tal y como nos dijeron, pero sí que sé que no te podías quedar mucho rato. Nos acercamos a una playa que había camino hacia playa larga (con todo el mar que hay en Ushuaia no hay una playa cerca del centro… Hay mucha industria y mucho puerto, pero para bañarse nada) y al final encontramos una pequeña cala de piedras que nos gustó y allá que nos metimos. Uno detrás de otro. Aprovechamos para sacar alguna foto y a secarnos rápido rápido, que tampoco hacía día de secarse al sol. Estaba muy fría, si, pero la sensación de bañarnos en el fin del mundo es algo que llevaremos con nosotros para siempre.
Nuestra idea era haber salido de Ushuaia el domingo (bueno, en un principio viernes pero estábamos tan a gusto que acéptamos la invitación de Caro y Óscar de quedarnos más días allí) pero con el tema de los paros no circulaban con normalidad los buses. Nos dijeron que el lunes no habría problemas así es que nos quedamos un día más y compartimos habitación con Agapi, la nueva surfer de Caro y Oscar, una simpática griega que daba clases de alemán en Colombia. Suena raro, ¿no? Pues además hablaba un español perfecto.
Agapi se animó a dar el paseo en barco conmigo por el Canal del Beagle, ese que el primer día habíamos descartado pero que cada día me apetecía más. Al final Javi decidió que a él no le hacía tanta ilusión hacerlo por el precio que valía y pensé que me iría yo sola, pero Agapi se vino conmigo. Elegí la compañía “El Ché” porque tenían un barquito pequeño (máximo 10 personas) que parecía que tenía más fácil acercarse a los islotes a ver flora y fauna. El día salió soleado y a las 15 h partimos rumbo al canal del Beagle. Sin lugar a dudas mereció la pena. Navegamos alejándonos de Ushuaia mientras nos acercábamos al canal (nos explicaron que el primer tramo se consideraba Bahia de Ushuaia), vimos un par de islas con muchos cormoranes, al ir a contratar el paseo en todas las agencias te dicen que visitan “la isla de los pajaros” y la “isla de los lobos marinos” pero el guía nos dijo que no era una isla concreta si no que dependía de donde hubiera animales pues allá que se acercaban con el barco.
Poco a poco nos acercamos al faro dels Eclairs… ¡Me resultó muy emocionante! Aunque me entristeció que Javi no estuviera allí conmigo. Al menos estaba Strike 😛
Paramos a hacer fotos y seguimos navegando ya rumbo a Ushuaia. Nos ofrecieron un café o un té pero mis compis de viaje pidieron cerveza artesanal y claro, Agapi y yo nos unimos al grupo. De vuelta nos acercamos a ver lobos marinos. ¡Madre mía! Había un montón y estábamos súper cerca de ellos, mucho más cerca que en Cabo Polonio o en la Península Valdés. Nos quedamos un buen rato haciendo fotos y mirando embobados ¡Había cientos de ellos! y en eso llegó un catamarán más grande que movía un montón el agua, pude constatar que había elegido bien, que el barco pequeño se acercaba más de verdad y que al ser poca gente era más cómodo que el catamarán que estaba hasta arriba.
Seguimos ruta y desembarcamos en un islote. Para mi esta fue la parte menos interesante del viaje. Estuvimos 40 minutos en la isla, donde el guía nos habló de la flora local. Se da un paseo de unos 15 minutos y se vuelve al barco. Hacía mucho aire, por lo que no fue muy agradable y la vegetación, para mí, no difería mucho de la que habíamos visto en tierra firme. Al regresar al barco nos esperaba un aperitivo con aceitunas, queso, salami, galletitas y cerveza artesanal de nuevo. Entramos en calor rápidamente mientras regresábamos al puerto la mar de contentos. Al llegar me encontré con Javi que venía de pasar la tarde trabajando en el hotel Arakur disfrutando de nuevo de las vistas del Beagle y muy relajado. Nos vimos en el Almacén Ramos Generales una cafetería muy agradable que mantiene la decoración de principios de siglo XX, cuando era un almacén de abastecimiento para la ciudad, está en la calle Maipú, cerquita del puerto: y de ahí nos fuimos a casa a hacer vida social con los couch ya que era nuestra última noche.
En resumen, estamos encantados de haber llegado a Ushuaia y haber podido disfrutar de tantas cosas por allá. Nos hemos dejado varias cosas pendientes, pero como tenemos que volver para ir a la Antártida pues ya lo veremos entonces. Jeje. Nos quedamos con la espinita de no haber podido ir a Puerto Williams, donde teníamos hasta couchsurfer, pero los billetes de barco no bajaban de 180 dólares por persona solo ida, lo cual se nos salía demasiado de presupuesto… ¡Para la próxima!
Como veis, de nuevo hemos tenido la suerte de ser recibidos por gente genial. ¡Estamos muy felices! Esperamos que Caro y Óscar hayan puesto ya una hucha (alcancía) y vayan ahorrando, que tenemos una cita pendiente dentro de unos años en el Diver-XO! 😉
De Ushuaia salimos en unas camionetas a las 6 de la mañana que nos llevaron hasta el inicio del campamento de protestas. Allí bajamos y salimos de la población caminando, y a escasos 100m nos esperaba el bus chileno que nos llevaría a nuestro siguiente destino: ¡Punta Arenas! Pero eso os lo contamos en el siguiente post.
¡Un beso a todos y gracias por estar ahí!
Papá says
Hola, aunque hace poco más de 24 horas que nos hemos despedido, me hace ilusión leer este nuevo post. En él destacáis demasiado lo no visitado. si nos cuentas solo lo que ves, poca gente sabrá que os habéis dejado algo pendiente.
Me sigue maravillando la gente que os acoge, y en este caso la juventud de los coutch. Deseo que continuéis con ese éxito.
Creo que paso frio en el relato del paseo por el parque Nacional Tierra de Fuego, parece hasta épico, en el baño en el canal de Beagle, y en la última foto de Javi cruzando la zona de acampada de la protesta (supongo).
Habláis de sitios que tal y como lo contáis apetece visitar, pero el temple para hacerlo falla, cuando conocemos algunas condiciones.
En fin otro rato de placer, menos excitante por el poco tiempo transcurrido desde que nos despedimos en el aeropuerto de Cuzco, pero más emotivo, si cabe, por eso mismo.
Besos y besos y besos, os queremos.
Javi Lorente says
¡Muchas, muchísimas gracias! Nos encantan tus repasos de los posts, hacen que valga la pena seguir escribiendo… 🙂
La verdad que sí que hizo frío por allí, y eso que más o menos organizamos todo el viaje para llegar al Sur antes del invierno… ¡Menos mal!
¡Os echamos de menos! Un beso gordo desde nuestro querido Perú
Reme says
Como siempre; un rato muy agradable y un verdadero placer. Me ha encantado!! A ver si tardáis menos en el próximo.
Os quiero!! Besosssss
Javi Lorente says
Ay que difícil es esto de compaginar el viaje con la escritura!! jeje (Bueno, es falta de práctica, creo). Un beso muy muy gordo y muchas gracias por estar constantemente al otro lado. ¡¡También te queremos!! ¡¡Y mucho!! smuak!
Begoña Lorente says
Me guardo todos vuestros post como guía para cuando llegue el día de ir a conocer todo aquello, que llegará. Emocionante y súper interesante la experiencia que estáis viviendo. Seguid disfrutando por todos y contándonos cosas! Un besazo. Os echamos de menos!
Javi Lorente says
¡Claro que llegará! Nos caordamos mucho mucho de ti por aquí… hay taaaaaaaantas cosas que te encantarían… Al menos, por ahora, las ves aunque sea a distancia. Como se suele decir… Todo pasa y todo llega. ¡Un besote y gracias por los comentarios!
Maria Herrero says
Guapos!!! Como os seguimos!!
Javi Lorente says
¡¡Gracias María!! Es una alegría saber que estáis ahí.
Besos
Sara says
Hay que apuntarse los nombres de todas las cervezas que vayáis probando para el próximo orientabirring que organicemos! Que Jorge siempre nos pone pruebas de cervezas europeas!
5000 dólareees? No way! :-DDD
Javi Lorente says
Jajajaja! Pues si nos ponemos con las artesanales de aquí… ¡Hay un montón!
Lo de la Antártida tendrá que ser para cuando nos toque la lotería… o algo. 😛
¡Un beso enorme y gracias Sara! 🙂